Prof Carlos Ponzinibbio
Discurriendo el fin
de la primera mitad del siglo XIX coincidieron en el Guy’s Hospital de la
ciudad de Londres, tres ilustres médicos, tres de los integrantes de aquella
legión de atentos observadores y profundos pensadores que a lo largo de las dos
últimas centurias, supieron escribir la Historia de la Medicina Moderna. Los
tres médicos referidos fueron Thomas Hodgkin, Thomas Addison y Richard Bright.
Thomas Hodgkin quedaría grabado en la historia por la enfermedad a la que
Samuel Wilks le concediera su epónimo.
Thomas Hodgkin, tal vez en su modesta y tímida actitud de
cuáquero no fue consciente del hecho por el que abría la puerta de un misterio
recóndito para la patología humana, misterio que habría de durar por más de 150
años
Mientras cumplía con
su rol de curador del Museo de Anatomía Patológica en el Guy’s Hospital de
Londres, en 1832 Thomas Hodgkin describió seis casos, mas uno que le fuera
enviado, de pacientes con aumento del tamaño de lo que hoy llamamos ganglios
linfáticos ( Glándulas Absorbentes) y el bazo, postulando que el orígen de la
afectación era el mismo para ambos territorios debido al aspecto macroscópico
de las lesiones, y que estas lesiones se iniciaban en los ganglios para
extenderse luego al bazo tornándose en un proceso terriblemente caquéctico con
la muerte como punto final.
Sus ilustres
contemporáneos no parecieron prestarle demasiada atención a su descripción del
proceso mórbido, hasta que Wilks recopilara 13 casos similares y los
describiera llamándolos como la Enfermedad
de Hodgkin en 1866.
Samuel Wilks (Retrato de época)
Y en que asentaba el misterio de la Enfermedad
descripta por T. Hodgkin? Nada menos que en el hecho que una neoplasia
letal la masa tumoral no era constituída por las células tumorales en sí,
extraña situación en patología humana ! Fue Langhans quien en 1872 describió con
detalle los hallazgos anatomopatológicos de la misteriosa Enfermedad, haciendo clara alusión a la presencia de unas
llamativas células gigantes inmersas en un contexto histológico aparentemente
inflamatorio, linfocitos, macrófagos, células plasmáticas , eosinófilos y
eventualmente, en algunos casos , con bandas de tejido conectivo.
Paralelamente, en la
segunda mitad del siglo XIX se iban reconociendo otras neoplasias linfoides, de
características variables, pero en las que la masa tumoral se constituía por
células linfoides más o menos diferenciadas. El mismísimo Rudolph Virchow hizo mención a un caso de un paciente
derivado en consulta y fallecido con múltiples ganglios en el cuello que
mostraban una proliferación de células similares a las que él mismo había
descripto en la leucemia, pero que llamativamente, no se encontraban en la
sangre. Propuso para este caso la denominación de “Linfosarcoma”
Hacia fines del
siglo XIX Karl Sternberg y Paltauf
estudiando minuciosamente los preparados pudieron remarcar las
diferencias existentes entre enfermedades de origen inflamatorio conocido
(TBC-Sífilis) y el linfogranuloma maligno propiamente dicho (Enfermedad de
Hodgkin).
Poco después, en 1903
una mujer estadounidense, Dorothy Reed, a contra viento y marea del machismo imperante en la medicina de la época, desafiando convenciones, se involucró en la Patología descriptiva, señalando también la presencia de
células gigantes multinucleadas en esta enfermedad. La historia recogió ambas descripciones
nominando a las células bizarras, gigantes, multinucleadas y con nucleolos muy
conspicuos como células de Reed-Sternberg (RS).
Para el estudio de los tumores linfáticos, de allì en mas se fijó un límite demarcatorio: había por un lado, un conjunto de neoplasias
tumorales del tejido linfático conformadas por células linfoides mas o menos
maduras, de distribución focal o difusa, y por otro lado, otra enfermedad con
abundantes células inflamatorias pero con más,
un tipo de célula rara, pero que constituía una marca distintiva para la
misma: la misteriosa célula de Reed-Sternberg, presente en la misteriosa Enfermedad de
Hodgkin. En esta enfermedad la relación entre células de RS y células
estromales podía ser variable, pero siempre eran relativamente pocas células de
RS (mas o menos 1 %) y mucha estroma.
Como explicar el enigmático poder de las células de Reed Sternberg?, para que siendo
tan pocas, pudieran conducir a la caquexia y a la muerte del enfermo?, de donde
provenían?, Que eran y que hacián ?
En el común de las
neoplasias, las células transformadas tienen carácter clonal, provienen de una célula originalmente
transformada para conformar la masa tumoral .
En el Linfoma de
Hodgkin, la morfología parecía indicar que las células de RS era el sólo tipo celular transformado. Entiéndase que se describieron células
semejantes, pero se dio en llamarlas células de RS a aquellas multinucleadas, con otras variantes también tal y como
lacunares o pop-corn mientras que a las de núcleo aparentemente indiviso se las
llamó células de Hodgkin.
La profundidad del misterio sobre estas células dominó
casi, casi todo el siglo XX y fue motivo de sesudas, prolongadas y agudas -pero, finalmente, inconcluyentes disquisiciones
científicas, pese a que el armamentario de la biología molecular iba en
vertiginoso progreso desentrañando otros
misterios biológicos y estableciendo linajes y
subpoblaciones de todo orden y lugar. Ya estaba claro que el tejido
linfático otorga el sustrato al Sistema Inmune, que existen poblaciones B, T y
NK. Que para la respuesta adaptativa era necesaria la recombinación genética
para producir un receptor adecuado, que la recombinación genética se realizaba
en los centros germinales de los órganos linfoides periféricos. Que las células
que lograban una recombinación genética satisfactoria podían diferenciarse con
la ayuda de linfocitos ayudadores en células productoras de inmunoglobulinas o
almacenar la información como memoria inmune. Se supo que las células que
fallaban en la recombinación genética debían por morir. Se supo que se podía
morir por apoptosis, se supo que las células que debían morir lo harían por apoptosis,
pero lo que no se sabía era de donde provenían las misteriosas
células de RS y tampoco se tenía certeza si eran estas células la expresión del
clon neoplásico.
Inútiles y vanos
fueron los intentos de aplicar técnicas de blotting o determinaciones de
receptores de inmunoglobulinas o de tipo
T por más que los hubiera
disponibles, si eran tan pocas las células
de interés y tantas las ajenas que les rodeaban envolviéndolas en un manto de
oscura sombra.
Cuando ya parecía
que se iba el siglo XX con el enigma
inconcluso, algunos trabajos realizados
con células aisladas de efusiones pleurales, o de repetidas biopsia permitieron
la realización de estudios citogenéticos y de hibridización in situ,
demostrando formalmente el carácter clonal de las células de RS.
Para ese entonces,
otro jugador había entrado en el campo, el ubicuo virus de Epstein Barr (VEB).
Este gama-herpesvirus, aislado por Sir
Anthony Epstein a partir de una muestra de tumor de Burkitt africano,
rápidamente se demostró extendido por todo el mundo y afectando la mayoría de
la población adulta. Y claro, observar el genoma del virus en tejido linfático
de pacientes con la enfermedad, podía constituir un hecho casual, desde que el 85 % % de la población mundial está infectada
con el virus, o era por el contrario, encontrar el genoma viral podía ser un hecho causal en la enfermedad.
También en esto se trabajó y discutió hasta que se logró el aislamiento del mismo
genoma clonal en las células de RS y su asociación con la proliferación de las
mismas, y se reconoció que al menos en un 50 % de los casos, el VEB juega un
papel en la patogenia de la enfermedad a través de la expresión de sus
proteínas de membrana LMP1, LMP2 y EBNA-1.
Genoma VEB en una célula de RS(Hib. in situ)
El tozudo Kûppers y sus
colabradores , en 1994 disecando pacientemente y aislando estas células del
tejido circundante , concluyeron en forma definitiva que, en la mayoría de los
casos, estas células reconocían un orígen en células centro-germinales, células
que habían fallado la recombinación apropiada durante el proceso de
hipermutación somática centro-germinal para responder a un antígeno determinado.
Que entonces se hallarían destinadas a la muerte por
apoptosis, pero que por algún tipo de mutación paralizante, estas células no se
habían muerto y sí en cambio habían devenido células neoplásicas e inmortales Y
entonces de un misterio surgió otro misterio, porqué no murieron si debían
haberlo hecho? Aquí vuelve al campo de
juego el VEB, al menos en los casos
positivos para el mismo, otorgando una señal de sobrevida adicional capaz de
sobrepasar a la orden para la apoptosis.
A partir de 1996 se
supo que el factor de transcripción nuclear kappa-B (NFk-B) está sobre-expresado en el Linfoma Hodgkin y podría constituir el switch necesario para
la sobrevida de la célula de RS.
Los mecanismos de sobre-expresión del NFk-B no están del todo dilucidados aún, pero podrían
participar la sobre-expresión del gen c-rel , así como la activación de los receptores
CD 30 y CD 40 en forma independiente del ligando. Contrariamente, se observó también una
de-regulación de otros factores de transcripción, tal y como Oct-2, Bob 1 y
PU.1. La pérdida de estos factores relacionados con el linaje B podría explicar
en parte, la resistencia a la apoptosis mediada por activación de CD 95 a
través de la expresión de la proteína inhibidora de la apoptosis c-flip.
Fue dicho antes, que
son escasas las células de RS y abundante el estroma, de modo tendría que haber una explicación para semejante
poder. Por lo que hasta ahora se sabe, las células de RS producen un conjunto
de citoquinas y quemoquinas que
promueven la formación de un ambiente propicio. Las citoquinas de tipo Th2 promueven el
reclutamiento de linfocitos CD 4, mientras que la producción de IL-10 paralizaría
la acción de las células Th1. La estimulación de fibroblastos a través de la
producción de bFGF y TNFb conllevaría no
solo a la la proliferación fibroblástica, sino también a la producción de
eotaxina que en conjunto con IL-5 promueven el reclutamiento de eosinófilos. También sintetizan GM-CSF, que explicaría la frecuente leucocitosis hallada
en los pacientes portadores de la enfermedad. A través de la producción de
GM-CSF y de la expresión del receptor c-met
se promovería el reclutamiento de macrófagos, macrófagos que a la luz de
nuevos conocimientos , parecen mucho menos que meros espectadores del acto.
Existe una relación entre la cantidad de macrófagos CD 68+ y la sobrevida,
cuantos mas macrófagos en el tejido lesional menor expectativa de vida para el paciente.
A su vez, en una
comunicación de dos sentidos, las células que integran la estroma de la lesión
, son proveedoras de señales de supervivencia para las CRS, de modo el
beneficio aparece como mutuo y ventajoso para la enfermedad y desventajoso para
el poseedor de la misma.
Si bien parte del enigma se ha ido develando recientemente, Thomas Hodgkin, Dorothy Reed y Karl
Sternberg continúan estimulando la fascinación por el misterio y el
descubrimiento. Las micromatrices, la proteómica y el resto de tecnología
ultrafina espera ansiosa a hacer su aporte, mas nada pueden sin que mentes perspicaces y
cooperativas se aboquen a la tarea con la misma dedicación y entusiasmo con que
lo hicieron los protagonistas de esta historia.
Ilustraciones del autor ( a excepción del retrato de época)
Ilustraciones del autor ( a excepción del retrato de época)
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